Me levante esa mañana más temprano de lo
habitual, me habían llamado para un caso ¡HABIAN ROBADO LAS RELIQUIAS DE SANTA
TERESA! Me dirigí a la escena del crimen, 5 horas de viaje, se me hicieron
cortas ya que había estado dormida la mayor parte del camino.
Ya en la escena comprobé que realmente, las
reliquias no se encontraban allí. El oficial me dio la lista de sospechosos,
eliminando a algunos dado que ya los
habían interrogado.
Fui a hablar con uno de los tres sospechosos
que quedaban, Superior general de la Orden de los Carmelitas descalzos.
Para mi sorpresa me recibió amablemente, ya
sabiendo a que había ido. No obtuve nada nuevo, solo las llaves que necesitaba.
Ahora solo me faltaban dos sospechosos La Priora
del Convento de Alba de Tormes y El Líder de la secta milenarista "Cuatro
postes", por ese orden los iba a interrogar.
Cuando llegue a Alba de Tormes me encontré a
la priora sentada en un banco, bajo la hermosa fachada del edificio que se
alzaba ante mis pies. Cuando me vio se levantó lentamente para saludarme.
Pasada la media hora que duró el interrogatorio seguía sin averiguar nada.
Solo faltaba uno y era el que me parecía que
iba a “caer” en el interrogatorio, cuando llegué, un hombre encapuchado me
llevo hasta un salón, donde se encontraba el líder con una gran mochila a su
lado, pose mi mochila al lado de la suya, por un descuido tire su mochila, él
ni se inmuto, simplemente espero callado a que yo la recogiera. Finalmente cedí
y la recogí y la coloque en su lugar. El interrogatorio transcurrió rápidamente,
decidí que lo llevaría a la comisaria, ese tipo me daba mala espina.
Cuando llegamos a la comisaria hicieron el
registro reglamentario y….. ¡SORPRESA! Había
una llave con una dirección en la mochila del líder de la secta.
-¡Detenedle! – dijo el capitán –.
Lo cogieron y lo arrastraron hasta la celda.
-¡SOLTADME ESTO NO ES MIO! –gritaba-.
Los agentes rápidamente localizaron esa
dirección, las reliquias estaban en un trastero en esa dirección,
inmediatamente enviaron al líder de la secta
a la cárcel.
****
Fui a hacerle una visita a mi “amigo” a la
cárcel. El carcelero me abrió la puerta de la celda, cuando traspase los
barrotes, el me suplico que le ayudara.
-agente, ayúdeme, yo no tengo nada que ver
con esto, por favor – me dijo entre sollozos-.
Sonreí de oreja a oreja, él se quedó con los ojos abiertos como platos mirando
hacia mí.
-¿no me recuerdas verdad?-sonreí-.
No contesto, su cara lo decía todo, si se
acordaba, su cara se oscureció de la ira, que en aquel momento le embargaba.
-si soy yo, te vi en aquel callejón cuando
te fuiste corriendo y dejaste a mi hermano tirado en el suelo…. –volví a reír- ahora ya puedes lamentarte porque
nadie te creerá, te quedaras aquí para el resto de tu vida, porque nadie te va
a sacar mientras yo pueda impedirlo.
-¿pero, cómo lo hiciste?-me pregunto con los
ojos abiertos de par en par-.
-si te lo dijera, ¿qué gracia tendría?
Apretó los labios, esa era la reacción que
esperaba.
-Carcelero, sáqueme de aquí
Cuando las rejas se cerraron a mis espaldas,
una sensación de alegría recorrió mi cuerpo, él se quedó sentado, con los
labios apretados por la ira y los ojos cerrados de pura rabia....
FIN
Ana Fuente Díaz
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