El
fuerte sonido del teléfono se filtró
en mi sueño con su molesto pitido
como la gota
de agua que cae incesantemente del
grifo del lavabo, atormentando mi ya maltrecha
cabeza. Tardé varios segundos en darme
cuenta de que no era un sueño.
El
teléfono estaba zumbando sobre la mesilla
de noche de mi dormitorio. Sin
abrir del todo los ojos, atendí la
llamada. Era el responsable de la
Comisaría Central.
No podía creerlo. Me había acostado
muy tarde tratando de terminar el caso
que traía entre manos. ¿Qué podía querer
ahora ese dichoso hombre que no me
dejaba ni dormir?
No
tardé en averiguarlo. Tenía que dejar
todo lo que estuviese haciendo, ya que…¡habían robado las reliquias de Santa Teresa
de Jesús en todos los lugares donde
se custodiaban!
Me
senté en la cama como movida por un
resorte. Miré de reojo el despertador
y vi
que eran…¡las seis de la mañana!
¡Pero si apenas hacía tres horas que
me había acostado!
La cabeza me estallaba; parecía como si
un enano con un martillo quisiera
salir de ella abriéndose paso a golpes.
El
asunto era verdaderamente grave y, sobre
todo, urgente. Yo no sé mucho de
reliquias
religiosas, pero el tono del “jefe”
no dejaba lugar a dudas. Necesitaban
mi ayuda
para solucionar el caso. No había
huellas, pistas, ni siquiera móvil…pero el
tema
era casi trágico.
Este 2015 se
celebra el V Centenario del nacimiento
de la santa
y parece ser que hasta el Papa
de Roma va a acudir a la
celebración; así que había
que ponerse manos a la obra. El
robo de las reliquias era la prioridad.
¡Menudo
comienzo de año! Ser tan buena
detective igual no tenía tantas ventajas
como
yo pensaba en ocasiones…pero había que
recuperar las reliquias como fuera.
A
las dos horas ya estaba al tanto
de todos los detalles (que tampoco
eran muchos)
para empezar a investigar. La fecha
tope parece ser el 28 de marzo…Pues
no
es mucho tiempo…La policía me facilitó
una lista con los sospechosos, un
total de
seis.
Pero
lo primero era saber si las reliquias
del Convento de Alba de Tormes también
habían desaparecido. Como la priora del
convento era una de las sospechosas,
me dirigí a la localidad salmantina en
primer lugar, para aprovechar e interrogarla.
El
Monasterio de la Anunciación de Nuestra
Señora en Alba de Tormes es el lugar
donde murió la santa en 1582, camino
del convento de San José en Ávila (el
primero que fundó). Es también el lugar
donde su conservan más reliquias: el cuerpo
incorrupto está en el altar mayor, en
un arca de mármol jaspeado; el brazo
izquierdo y el corazón están también expuestos en el museo del mismo
templo.
Me
recibió la Madre María Sonsoles Gutiérrez
Robledo, priora del Monasterio quien, amablemente,
me explicó que forma parte de una
Comisión diocesana para colaborar en la
programación de actividades con motivo de
los dos centenarios teresianos. Y es
que, no solo se celebra el quinto
del nacimiento de la santa, sino
también
el cuarto de su beatificación (1614) También
me informó del curioso sistema de protección
de las reliquias que allí se
encuentran. El sepulcro está cerrado por
diez llaves; tres juegos de tres
llaves cada uno, (más otra que,
simbólicamente, está en poder de la Monarquía
española)
Hasta
que no se juntan las nueve llaves,
no se puede abrir el sepulcro de
la santa; que
es de mármol toledano y bronce. Tres
llaves abren la reja externa de
hierro, otras tres la tapa de bronce
y las tres últimas,
el arca interior de plata. Para abrir
el sepulcro, previo permiso del Vaticano,
han de juntarse todas las llaves. Se
ideó así para evitar el robo de las reliquias (¡mira tú por dónde!) Pese a las
guerras, los expolios y la precariedad
en que vivieron estas monjas en múltiples ocasiones, han conservado íntegro tamaño
patrimonio, sin caer en la tentación de
venderlo o cambiarlo de lugar. Lo exponen
en las mejores condiciones, bien restaurado y
asegurada su conservación; por lo que
son dignas de admiración.
Escuchar
la pasión y devoción con la que
la Madre María Sonsoles me hablaba me
hacía lamentar el hecho de que pudieran
no estar ya allí las reliquias. Pero
primero había que abrir el sepulcro, para
lo que debía conseguir las llaves. La
priora me aseguró que ella tenía su juego, pero no podía afirmar que no
se lo hubieran sustraído en algún
momento. Conseguir las de la Casa de
Alba no fue muy difícil, pese al
reciente fallecimiento de la Duquesa. Su
hijo mayor y heredero del título
comprendió la gravedad del asunto y
colaboró inmediatamente.
Para
el último juego de llaves, hube de
trasladarme a Roma, donde vive el Superior
General de la Orden de los Carmelitas
Descalzos: el Padre Saverio Cannistrá del
Sagrado Corazón (otro de los sospechosos)El
Padre Saverio Cannistrá ostenta su actual
cargo desde 2009, gobernando a toda
la orden y realizando visitas pastorales
en la región. Sus múltiples ocupaciones
le mantienen en Italia casi todo el
tiempo. Su buena disposición a entregar
su juego de llaves para resolver el
asunto lo más rápido posible, me hace
dudar de su culpabilidad en el robo. Pese
a haber manifestado su disgusto porque
el cuerpo esté desmembrado y querer
que tenga un único lugar de reposo
y culto, es precisamente su privilegiada
posición
de poderla que me mueve a
descartarlo, por el honor con que
recibió su designación
pese a la fuerte responsabilidad que
conlleva su cargo.
Siempre
me he dejado llevar por mis
intuiciones; hasta ahora no me han
fallado, pero
tampoco es un método muy científico,
así que me mantendré alerta respecto
a todos
los sospechosos.
Aprovechando
el viaje a Roma, interrogué a otro
de ellos en la lista que me dio la
policía:
el Director de los Museos Vaticanos,
el señor Antonio Paolucci. El material
que
albergan estos museos es tan vasto,
que es el sospechoso que más rápido
descarté.
Es cierto que no tenemos móvil del
delito, pero con la cantidad de reliquias
de santos, apóstoles y personalidades
históricas en general que hay en los
Museos
Vaticanos, no me cabe en la cabeza
que el señor Paolucci estuviera interesado en
las de Santa Teresa (ya tienen la mandíbula y el pie derecho), sabiendo que
el Santo Padre, que me imagino es
su “jefe”, tiene organizado el viaje a
España para la celebración del centenario. De
vuelta a Alba de Tormes, con el
correspondiente permiso para abrir el sepulcro,
además de las llaves; descubrimos que,
efectivamente, ¡las reliquias del Monasterio
de la Anunciación habían sido sustraídas!
La
consternación de toda la comunidad
religiosa del lugar fue dolorosa hasta
para mí, que estaba profundamente
preocupada tratando de dilucidar cómo (y
sobre todo quién) se había hecho con
las llaves para abrir el sepulcro. El
dolor de cabeza del día que me
encargaron el trabajo no era nada
comparado con el que tenía ahora.
Casi podía oír los engranajes de mi
cerebro poniendo la maquinaria de mi
materia gris a mil por hora. Tenía
que seguir interrogando a los sospechosos
y la siguiente en la lista era
la priora del Convento de la Encarnación
en Ávila, convento de clausura de monjas
carmelitas, declarado templo jubilar en el
marco del V Centenario. Es el lugar
del que salió Santa Teresa para iniciar
la reforma de la Orden del Carmelo;
vivió allí durante casi treinta años.
La priora estaba ocupada, por lo que me
atendió su hermano, el Padre Arturo. También
hablé con Nicolás González, capellán del
Convento durante cuarenta y ocho años.
Cuando
finalmente hablé con la priora, me
trasladó su tremendo pesar por lo sucedido.
Sus manifestaciones de dolor eran similares
a las de la superiora de la Anunciación.
Tras su suave modo de hablar, que
imaginé propio de las monjas de
clausura, se percibía su inquietud. Me dijo que por supuesto que le gustaría
que las reliquias estuvieran en la que
consideraba la Casa de la santa, pero
que aceptaba los designios de los responsables
más cualificados que ella; ya que –al
final-‐todos los lugares fundados
por Santa Teresa han de considerarse “su casa”, y todos los fieles y devotos
del mundo merecían tener una reliquia
que venerar. Nuestra
conversación se prolongó con mi interés
por conocer qué otros lugares albergaban restos teresianos. Amablemente me explicó
que, además de los que ya conocía
de Roma y Alba de Tormes, el
ojo izquierdo y la mano derecha
estaban en Ronda
(Málaga), un dedo en la Iglesia de
Nuestra Señora de Loreto en París, la
mano
izquierda en Lisboa, otro dedo en
Sanlúcar de Barrameda, distintos restos en dos ciudades de Bélgica... todos ellos - claro está - en instituciones de la Orden del Carmelo.
Fue
bastante didáctico y asombroso…me hizo
pensar si habrá algún santo entero,
¡el pobre!; ya que parece que la
gente piensa que si tiene un trocito
de alguien a quien venerar, reza mejor…(¡qué absurdo!) Esa es la gracia
de la fe, ¿no?: creer sin ver. ¡Qué manía
con despedazar a las personas para
luego adorarlas!…
La
cosa se me antojaba cada vez más
complicada. Menos mal que no tendría
que moverme
de Ávila, ya que la siguiente
sospechosa era la priora del Convento
de San
José, más conocido como el Convento
de Las Madres. Allí me atendió la
Reverenda
Madre Julia de la Madre de Dios
(¡anda que los nombrecitos se las traen!)
Me explicó que éste era el primer
convento que fundó la santa y el
lugar al que
se dirigía cuando la gravedad de su enfermedad la sorprendió en Alba de Tormes.
Pero que en realidad era su convento el lugar en el que la santa quería morir. Tras su fallecimiento en tierras salmantinas, le amputaron una mano - a la que le cortaron un dedo-que quedó en Ávila (¡y dale con los cortecitos!) y en 1585, trasladaron su cuerpo al Convento de San José, quedando un brazo en Alba de Tormes. Pero cuando el Duque de Alba se enteró, elevó una queja a Roma y volvió el cuerpo de la santa al lugar de su fallecimiento.
A
medida que iba relatándome la información,
su tono de voz iba volviéndose más
grave, aunque no más alto. Sugirió
que el desalmado que había robado las
reliquias
seguramente lo había hecho por encargo
de un coleccionista privado. Sé
que hay gente muy rara, pero para
qué se puede querer tener algo así,
que ni puedes
exhibirlo ni presumir de que lo
tienes…La priora me contestó que el
simple hecho
de ser el poseedor de semejante
tesoro es motivo suficiente para incitar
al delito.
Yo comprendía el razonamiento de la
monjita, pero me parecía demasiada excentricidad
para tener restos sueltos de una
persona por muy santa que sea…
Me
fui del convento con un montón de
notas pero sin las ideas más claras
que antes
de mi visita. Eso sí, se me
contagió un poco de la paz que
se respira en estos sitios. Las prioras se
me parecían un montón entre ellas,
podían ser intercambiables. Será el carácter
de las monjitas de clausura o será
casualidad, pero las tres me parecieron tan
frágiles, tan suaves…como esa tía solterona
que todos tenemos, que es tan buena
y hace unos postres tan ricos…Ya me
estoy perdiendo…y aún me queda un
sospechoso que interrogar: el líder de
la Secta Milenarista “Cuatro Postes”, un
tal Abel
Mártir (imagino que será nombre
“artístico”, porque…en fin…)La secta ha comprado
el hotel que da nombre a su
asociación y se ha convertido en su
sede central. Como todos los líderes de
sectas me parece un “chalado” con más
poder y dinero que otra cosa. Pero
no quiero acudir a él con prejuicios,
no sería profesional por mi parte.
Aunque en cuanto le echo la vista
encima, las buenas intenciones se esfuman.
Es un tipo muy alto, excesivamente
delgado, con cara angulosa y unos
ojos negros como la obsidiana que parece
que te taladran al mirarte…Será así de
inquietante de verdad o será una pose,
pero me resulta muy intimidante.
Y
lo peor es cuando sonríe. Da miedo.
La sonrisa no le llega a los
ojos y te hiela la
sangre
en las venas…Eso o la calefacción del
salón del hotel donde me recibe no
funciona.
Sabemos
por algunos adeptos arrepentidos que la
secta espera el fin del mundo en
el V Centenario de Santa Teresa, si
consigue reunir las partes desmembradas de
su
cuerpo para el día de la
conmemoración. Sin comentarios…
Según
el milenarismo, Cristo volverá a reinar
sobre la Tierra durante mil años antes
del último combate contra el mal, la
condena del diablo al perder toda su influencia
para la eternidad y el Juicio
Universal. ¡Madre
mía!, este tipo está como una cabra.
Lo malo es que tiene poder y
dinero como
para haber sido el culpable del robo
de las reliquias, y desde luego el
motivo de
él, por absurdo, es el más
convincente. Pero, no sé…me parece
demasiado evidente
para ser él el culpable. Claro que
también pienso que la explicación más
simple es casi siempre la correcta. Regreso
a mi hotel a repasar las notas
y meditar sobre los sospechosos. Tras
los descartes
iniciales de la “conexión romana” del
Director de los Museos Vaticanos y el
Superior General de los Carmelitas, cavilo
sobre el “pirao” de la secta. El
perfil de las personas que ingresan
en un grupo así se basa en una
personalidad
débil y dócil, con algún trauma emocional
reciente, que con el tiempo crea
un vínculo creciente de dependencia y
endeudamiento con la secta.Les
prometen salvación, organización, compañerismo,
soluciones fáciles e inmediatas...
Les
inculcan que para “estar bien” necesitan
ser leales al líder, regalándole su tiempo,
sus talentos, incluso su cuerpo y su
vida; pero sobre todo, su dinero.¡Nahhh!…Definitivamente,
pienso que el líder de la secta es
un patético estafador y que serán
otras las autoridades que tengan que
dar cuenta de él. Pero, desde
luego, no es mi hombre. Buscando
información en mi ordenador portátil
descubrí que la Madre Julia, priora
de San José había solicitado en 2012
al Papa Benedicto XVI una indulgencia
plenaria para los fieles y peregrinos
que asistieran devotamente a algunas de
las celebraciones jubilares o permanecieran
en oración en la Iglesia de San
José, con motivo de la celebración del
450 aniversario de la fundación del
convento en 1562; tan cercano también
al V Centenario del nacimiento de la
santa.
El
convento alberga, además, el Museo
Teresiano de las Carmelitas Descalzas.
De
pronto, mi intuición pareció asomar una
vez más; recordando la acalorada exposición
que la priora me había hecho de
las bondades de su institución y de
la sugerencia del robo a instancias
de un posible coleccionista. Tal vez
era para despistar… Todos los demás sospechosos estaban consternados por los
hechos, pero ella…No podía creer que
aquella mujer pequeñita, de aspecto frágil
y gesto bondadoso
fuera el cerebro del robo. Claro que
tampoco me lo podía creer de las
otra
dos, pero…Decidí
volver al convento para hablar con
ella, pero esta vez iría acompañada
de la
policía, a la que informé de
mis sospechas.
Si
le extrañó mi nueva visita a la
Madre Julia, lo disimuló muy bien.
Pero al ver a los
policías que iban conmigo, se puso
nerviosa y no tardó en confesar. Según
ella, lo hizo para preservar el
espíritu de la santa. El deseo de
Santa Teresa
era contribuir a la salvación de las
almas con el hecho de la fundación
de San
José. Su propósito era realizar el
plan de Dios, revisar la propia vida,
reforzar la fidelidad
a Cristo, al Evangelio y recrear
nuestra existencia cristiana como servicio
constante e incansable a Dios y a los
hermanos. Terminó
su alegato, emulando a Santa Teresa,
con un “¡Qué sería del mundo si no
fuese por los religiosos!”.
Respecto
a cómo consiguió los juegos de llaves
para abrir el sepulcro: las de Roma
las obtuvo cuando, aprovechando el viaje
para entregar en mano la solicitud de
la indulgencia plenaria en 2012, se
las sustrajo, con ayuda de un
colaborador en el
Vaticano, al Padre Saverio. Hacer una
copia y devolverlas fue lo más
sencillo.
Las
de Alba de Tormes, las consiguió valiéndose
de su amistad personal con la ingenua
priora del Monasterio de la Anunciación,
toda bondad ella…Las
últimas en conseguir fueron las de la
Casa de Alba. Con el reciente fallecimiento
de la duquesa y, con la excusa
de mostrar sus condolencias a la familia,
las sustrajo y, como en los
anteriores casos, “copia y devolución” sin
que se dieran
cuenta. La verdad es que la habilidad
y las maquinaciones de la monjita son dignas
de una novela de misterio. ¡Quién lo
iba a decir! Y además confesó haberlo hecho
todo ella solita. Las demás hermanas
no estaban al tanto de nada; solo
contó con la colaboración de una antigua
compañera de noviciado en Roma.
Por
supuesto, para ella, era más que
claro que el lugar donde debían estar
depositadas las reliquias de su madre
fundadora era su convento; por ser
además el lugar
donde la santa hubiera querido morir.
El hecho de que el fallecimiento ocurriera
en Alba de Tormes había sido un
mero accidente. El cuerpo de Santa Teresa
ya había sido llevado a San José
en su momento y, si no fuera por
el Duque de
Alba, allí seguirían sus restos; sin
desmembramiento. Allí es donde debían reposar.
Lo que nos llevó a la parte final
de la investigación: ¿qué había hecho
con las reliquias robadas?, ¿dónde las
había escondido?
En
San José guardan objetos de Santa
Teresa, como un trozo de su capa, una
jamuga de montar a caballo de su
propiedad, objetos de uso personal, el
primer ataúd
donde estuvo su cuerpo…Y precisamente en
éste es dónde estaban las reliquias. Cuando
se llevaron, por orden del Duque de
Alba, que se había quejado a Roma,
a la santa de regreso a Alba de
Tormes, el ataúd quedó expuesto en la
Sala Capitular del Convento de San José, pese
a estar vacío; circunstancia que aprovechó
la priora para esconder las reliquias
robadas.
Parece
que se sentía ninguneada por el hecho
de que las celebraciones se centraran
en Alba de Tormes y diferentes localizaciones
de Ávila , cuando ella consideraba que
era San José el lugar más emblemático
y representativo de la figura de
Santa Teresa, ya que allí fue además
donde escribió la mayor parte de sus
libros.
La
devoción y pasión por la fundadora de
su orden es indiscutible. Pero eso no
justifica
su comportamiento ilegal. Pretendía
dar un golpe de efecto el 28 de
marzo, aunque espero que parte de esa
indulgencia que solicitó le llegue a ella
a través de la justicia de los
hombres. Después de todo, la soberbia no es
una cualidad muy apreciada en la
Iglesia de la que ella forma parte,
¿no?
Una
vez restituidas las cosas a su estado
normal, los devotos de Santa Teresa podrán disfrutar de las celebraciones tal y como estaban
pensadas en un inicio.
Otro
caso resuelto satisfactoriamente.
Y ¿quién
sabe?, tal vez hasta yo me dé
una vuelta por Ávila en marzo…
Sara López García
Me encanta tu relato... se nota que has investigado a fondo sobre Santa Teresa y los conventos en los que reposan sus reliquias ¡Gracias por participar!
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