viernes, 13 de marzo de 2015

Detective Jorge Rodrigo Álvarez



Estaba en mi despacho contando el dinero de mi antiguo informe cuando entró mi secretaria por la puerta. Me dijo que me pasaría una llamada. Yo no me sorprendí porque al ser el detective más importante de España solía tener que resolver muchos casos al día. El teléfono empezó a sonar, como me había dicho mi secretaria, y lo cogí. Oí una voz extraña que me dijo:
– ¡Han robado todas las reliquias de Santa Teresa! ¡Las necesitamos dentro de un mes y no sabemos dónde están! Ya solo falta comprobar si han robado los restos del cuerpo. No hemos podido hacer nada. Las han robado todas el mismo día. ¡Ayúdanos por favor!
Después de esto me colgó. Yo me quedé de piedra. Estuve repitiendo las palabras que me había dicho. No me lo podía creer. Lo primero que hice fue empezar a buscar información sobre las reliquias. Si no sabía lo que habían robado nunca podría resolver el caso. Descubrí que estas eran las reliquias
·        El pie derecho y parte de la mandíbula superior están en Roma
·        La mano izquierda, en Lisboa
·        El ojo izquierdo y la mano derecha, en Ronda (España). Esta es la famosa mano que Franco conservó hasta su muerte, tras recuperarla las tropas franquistas de manos republicanas durante la Guerra Civil Española.
·        El brazo izquierdo y el corazón, en sendos relicarios en el museo de la iglesia de la Anunciación en Alba de Tormes. Y el cuerpo incorrupto de la santa en el altar mayor, en un arca de mármol jaspeado custodiado por dos angelitos, en dicha iglesia.
·        Un dedo, en la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto en París.
·        Otro dedo en Sanlúcar de Barrameda.
·        Dedos y otros restos santos, esparcidos por España y toda la cristiandad.
También me informé que las llaves que cierran el sepulcro de Santa Teresa las tenían la Duquesa de Alba y otras personas de Roma. Salí de mi despacho rápidamente con toda la información que tenía y me dirigí al Palacio de Liria en Madrid, que era donde la Duquesa de Alba vivía. Cuando llegué a la puerta había tres guardias cerrándome el paso. Les dije que tenía que pasar urgentemente pero no me dejaron. Volví al coche y saqué mi placa de policía. Cuando se la enseñé, me dejaron pasar.
Era todo inmenso. En ese momento entendí porque lo llamaban palacio. Entré allí y pregunté por el despacho de la Duquesa. Me dieron unas indicaciones y fui hacia allí. Cuando entré en la habitación me di cuenta que acababa de entrar en el salón. La Duquesa estaba desayunando. Hice una reverencia lo más rápido posible, porque tenía mucha prisa. Le dije que necesitaba ver las llaves del sepulcro de Santa Teresa. Ella le pidió a un trabajador del palacio que se las trajera. Cuando me las enseñó pude deducir que no se las habían robado así que los restos del cuerpo de Santa Teresa estaban donde tenían que estar. Salí del palacio, dándole las gracias a la Duquesa de Alba, y me dirigí a mi despacho. Allí empecé a buscar información y pude empezar a descubrir algún sospechoso.
·        Superior general de la Orden de los Carmelitas descalzos
·        Director de los Museos Vaticanos
·        Priora de la Encarnación
·        Priora del Convento de San José
·        Priora del Convento de Alba de Tormes
·        Líder de la secta milenarista "Cuatro postes"
espués de deducir todo esto, me puse a investigar. Al primero que quería interrogar era al superior general de la Orden de los Carmelitas descalzos. Me informé de que vivía en Roma. Pensé que sería mejor dejar a los que vivieran en otros países para el final. Decidí que iba a interrogar a la Priora de la Encarnación. Me enteré de que vivía en Ávila, en el Convento de la Encarnación. Empecé mi viaje que duraría dos horas y media. Cuando llegué allí me encontré con un edificio parecido a un monasterio. Tenía una puerta de madera gigante en la que había tallada una inscripción. En la inscripción ponía:

 
Entré dentro y vi dos monjas paseando por el convento. Las pregunté que donde estaba la Priora de la Encarnación. Me dijeron que estaba reunida. Yo insistí porque no podía perder esa oportunidad y ellas me dieron las señas de dónde se encontraba la Priora. Cuando llegué a ese sitio vi una puerta antigua y pequeña. Sin pensármelo dos veces, la abrí. Cuando entré lo primero que vi fue una gran mesa y a su alrededor había un gran número de monjes y monjas. Reconocí a la Priora de la Encarnación, pero las otras caras me recordaron a algo. Intenté hacer caso omiso a lo que acababa de pensar, para no desconcentrarme, y la pregunté a la Priora si ella podía abandonar la sala un momento porque tenía que hablar con ella sobre un asunto importante. Ella asintió y salió fuera. La dije que la tendría que hacer unas preguntas sobre el robo de las reliquias de Santa Teresa. Ella me respondió:
– Dígame pero, por favor, que sea rápido porque en estos momentos estoy teniendo una reunión sobre ese tema. Nos hemos reunido unas hermanas para saber cómo solucionar eso
– Pues fíjese, yo estoy investigando ese tema. ¿Me podría decir quien está presente en esa reunión?
– Están la Priora del Convento de San José, la Priora del Convento de Alba de Tormes, las superioras de este convento y el director de los museos vaticanos
– ¿Me podría hacer un favor? ¿Me podría dejar entrar en esa reunión? Es que tengo una lista de personas a las que tengo que interrogar y muchas de ellas están ahí.
– Vale. Pero antes me tienes que hacer un favor. Tienes que hacer como si no supieras nada sobre el caso y culpar al líder de la secta milenaria “Cuatro Postes”. Todo el mundo cree que él robó las reliquias pero estoy casi segura de que fue el director de los museos vaticanos. Tienes que apoyarles y seguirme la corriente. Creo que podríamos hacer un buen equipo juntos porque yo también he hecho investigaciones.
Después de esta conversación volvimos a la sala de reuniones. Allí estuve más o menos 3 horas apoyando la idea de que el líder de “Cuatro Postes” era el culpable. Cuando acabó la reunión volví a hablar con la Priora. Me di cuenta que no sabía su nombre ni ella el mío. Se lo pregunté y me dijo que se llamaba María. Yo le dije que me llamaba Jorge. Después me dijo su plan. Me explicó que antes de la reunión había estado hablando con su acompañante con la expresión de estar tramando algo. Después, él había sido el que le había apoyado y que, además, había convencido al grupo. Su plan era grabar un audio en el que se oyese como tramaban el plan. María me contó que después de la reunión cada persona o grupo de personas tenía una habitación para recoger sus pertenencias. Ella me dijo que teníamos que ir allí y grabarles.
Fuimos lo más rápido que pudimos. Cuando llegamos al pasillo de las habitaciones, María se dirigió a la habitación del director. Yo fui sacando mi móvil para poder grabar. Lo hice tan rápido que ya estaba grabando antes de que llegáramos a la habitación.  Cuando llegamos, pudimos ver que estaba la puerta casi cerrada pero lo suficientemente abierta para poder oír la conversación. Ella y yo nos pusimos a escuchar la conversación:
 – Nos ha salido bien la jugada. Se lo han creído todos
– Ya, jefe. Su plan era perfecto.
– ¿Sabes lo que vamos a hacer ahora? Vamos a ir de vuelta a Roma y allí conozco a unos amigos que tienen una empresa de asegurador de objetos. Como muchas de las reliquias las tenemos en España, iremos allí y las aseguraremos. Ah, por cierto, tienes que preparar todas tus pertenencias porque ya tengo dos billetes para el avión de mañana a las 7 de la mañana.
Esa era la prueba perfecta. Y yo la tenía grabada en el móvil. Después de esto la dije que saliera fuera y que llamara a la policía mientras yo les entretenía. Ella salió y lo que hice fue cerrar la puerta y sujetarla con una silla. De esa forma no podrían salir. Después de esto pasaron los cinco minutos más largos de mi vida. La policía entró en el convento y apresaron a los ladrones. Tuvieron que tirar tiros al techo para asustarles. Cuando ya les habían apresado, les metieron en dos coches de policía y les llevaron a comisaría.
5 meses después…
Al final todo salió bien. Un juez juzgó a los ladrones y les condenó a 24 años de cárcel. La policía italiana encontró todas las reliquias en el garaje del director de los museos vaticanos. La celebración del V centenario del nacimiento de Santa Teresa fue perfecta por muchos motivos. El más importante por la alegría de que se recuperaran las reliquias. Yo, en la actualidad, sigo investigando como buen detective que soy pero hay una novedad. Ahora la Priora María es mi socia y hemos conseguido resolver muchos más casos de robos.
FIN
                                                              Jorge Rodrigo Álvarez

2 comentarios:

  1. Me ha parecido un relato excelente. Te felicito. Mi voto es para ti.

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  2. Es un gran relato. Tiene una buena historia, utiliza buena puntuacion, es intrigante... Me parece que es el relato merecedor de ganar el concurso

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