Corría el año 1996, tan sólo hace un año, cuando fui de viaje a Roma con mi familia. Sobre todo para visitar los innumerables museos e iglesias que tiene la ciudad. Mi esposa Cornelia, mis siete hijos y yo subimos al avión. De repente salió del aseo una monja, a la que sus ojos oscuros concedían una mirada feroz. Y con su nariz aguileña ganó mi atención. Tenía unos rasgos que le imprimían mucho carácter. Se sentó en la fila que estaba delante de mí. Con ella viajaba un sacerdote con aspecto más normal .
Toda la
familia estaba durmiendo. Yo suelo tener miedo al viajar en avión, con lo que
estaba despierto. La monja y el cura
empezaron a susurrar. Pero se
escuchaba perfectamente su conversación. Hablaban en latín y eso me encanta
porque soy filólogo de lengua
latina. Además no me conformo con traducir textos, sino que domino el idioma
completamente y lo hablo sin ninguna dificultad.
Al oírlos hablar en latín no pude aguantar mis
deseos de escuchar lo que decían. Comentaban acerca de las reliquias de Santa
Teresa de Ávila. Que estaban los dos disgustados porque su cuerpo estaba
dividido y repartido por muchas ciudades. Y
sobre unos planes que realizarían
para conseguir que todo el cuerpo estuviese reunido en Roma. La verdad, despertó mi interés sobre la Santa. Debe ser alguien importante, si no lo fuera
no hablarían sobre ella con tono tan decidido y con tanta seriedad.
Me prometí a
mi mismo que visitaría el lugar donde estaba enterrada la Santa. Los altavoces del avión sonaron para decirnos
que estábamos aterrizando. Como algo
tradicional, cuando el avión aterriza toda la familia aplaudimos. Es una
costumbre que viene ya de mis abuelos. Al salir del avión, la monja dijo al
cura que el plan debía realizarse en los
dos días siguientes. Lo que me hizo sospechar que tramaban algo.
Mi prima
Mariam nos esperaba en la terminal. La
habíamos echado mucho de menos. Allí también se encontraban la monja y la cura.
Mi prima les saludo. ¡Qué sorpresa! se
conocían. Nos alojamos en su casa. Una casa enorme que tiene cerca del museo
Capitolino. ¡Oh, Roma, la gran
Roma! Esta ciudad es tan bella. Cuantas
cosas han pasado aquí y pasarán a lo largo de la historia.
Mariam, tenía
veintiséis años y era extremadamente inteligente. Poseía el doctorado en
teología y había recibido el Premio Nobel sobre sus investigaciones para demostrar que la tumba
de Jesucristo está en el país del arca perdida de Noé, Armenia. Me siento orgulloso de tener una prima así.
Ella me demostró que puedes creer en Dios y a la vez ser científico. A
ella le ha causado muchos problemas y se
ha granjeado muchos enemigos.
Cuando ya nos
habíamos instalado en su casa, pregunte a Mariam sobre aquella monja y el
cura. Me contesto que la monja era la
famosa Sor Ariadna, Priora del Convento de la Encarnación y el cura era el
Superior general de la Orden de los Carmelitas Descalzos. ¡Vaya, vaya! Lo que me iba a esperar en mi viaje a Roma. Mi prima me
prometió quedarse con mi familia mientras yo resolvía unos asuntos. Es mi
oportunidad de pasar a la acción.
Me fui a
recabar información acerca de Santa Teresa. Era impresionante lo que decía un
viejo, cercano a la escalera de la puerta principal de una de tantas
Iglesias. Me chantajeó y me pidió dinero
a cambio de información. Después de pensármelo un rato le di el dinero, ya que no tengo problemas de
finanzas y me moría de ganas por saber más acerca de la reliquia que la monja y
el cura deseaban tanto conseguir.
El viejo
empezó a hablar. En realidad no le
estaba escuchando porque mi cerebro estaba pensando en la monja. Pero de repente una frase captó mi atención.
Decía que si reúnes todas la reliquias
de Santa Teresa, se consigue la
información que todos los seres humanos queremos saber sobre el
Todopoderoso.
Me fui
corriendo a casa de mi prima. Le pedí que me facilitara contactar por Skype
con los poseedores de las llaves que
abren el sepulcro de Santa Teresa. Y si podía
presentármelos a todos. La Priora
del Convento de Alba de Tormes tenía tres llaves, la Duquesa de Alba otras tres, el Superior de la Orden de los Carmelitas
descalzos tres y el Rey de España una.
Mariam me los presentó diciendo
que yo iba a realizar un trabajo sobre las reliquias, para convencerlos
de colaborar. Mientras ellos hablaban
sobre de la Santa, les pregunté qué
pensaban acerca de que las reliquias estuvieran repartidas por diferentes
ciudades. Así supe lo que pensaban.
Contraté a
unos agentes para que los persiguieran y averiguaran todo lo que hablaban.
Quería saberlo todo, hasta lo que comían
y bebían. La monja iba a robar las
reliquias y necesitaba saber quién iba a ayudarle, cuándo, por qué y cómo.
Ella tenía un plan genial que por fin descubriría la verdad sobre el
Creador. Había que aprovechar cualquier situación.
Los agentes
me comunicaron que la monja, dentro de dos días, mandaría a unos ladrones a
robarlas. Pero haciéndose pasar por personas de confianza de ella. Les ordené a
cada uno ir a los lugares donde se encontraban las reliquias e intentar que no
las robaran. Mientras tanto yo me fui a España a ver a la Duquesa de Alba. Le pedí que me dejara acceso a las reliquias,
con la excusa que mi prima iba a escribir un libro sobre ellas. En realidad no se podía entrar, ni siquiera la Duquesa
tenía acceso. Al final accedió a dejarme verlas a cambio de unos favores un
poco especiales. Es sabido que la Duquesa siente debilidades por los hombres
jóvenes y yo lo era.
En un momento
en que ella me dejo solo en su habitación, cogí su bufanda y la deje cerca de
las reliquias. Ella amablemente me pidió que me quedará más tiempo. Incluso
llegó a ofrecerme dinero. No podía permanecer más tiempo, así que la deje y
regresé a Roma con mi familia.
Transcurrieron
los dos días más estresados de mi vida, esperando noticias de mis agentes. Las
personas en la ciudad estaban inquietas y las masas buscaban culpables.
La Policía se afanaba en
buscar a los ladrones de las reliquias. Al famoso detective Alí, natural de
Arabia Saudí pero afincado en España, lo habían enviado a resolver el caso. No sé
si lo conseguiría. Al final, frente a la
falta de culpables, decidieron encarcelar a todos los sospechosos. Una decisión
aprobada por el Pontífice.
En la
actualidad, disfruto de mi vida en Alicante con mi familia. Pero seguro que queréis conocer que es lo que
paso realmente, quien es el verdadero ladrón. Os lo voy a contar. Los agentes mandados
por la monja vinieron a robar las
reliquias, y eso es lo que hicieron. Los agentes que yo contraté, consiguieron
interceptarlos por el camino y quitárselas. Lo que provocó que se dejaran
huellas de todos los sospechosos.
Mis
hombres me dieron las reliquias. Y como
me había aconsejado el anciano, las trasladé al país del arca perdida, Armenia.
Había que unirlas en una especie de
plato de oro que se encuentra en el templo de Garní. Este templo es el
único conservado en este país que no fue
destruido por los cristianos. Además, Armenia es el primer país cristiano del
mundo desde el año 301. Cuando deposité las reliquias pasó algo inexplicable.
Se hizo un agujero en el techo del templo y entro la luz. Y una voz casi inhumana
y muy oratoria empezó a hablar. Esa voz era el propio creador. Le fui
preguntando y él me respondió a todo. Por fin mis dudas se habían disipado. Pero si queréis que os cuente lo que me dijo, tendréis
que atraparme primero y obligarme a hablar.
Año 2015……
Todo Noticias: Un guardia
de seguridad encuentra el dedo de Santa Teresa, dentro de una caja, en perfecto
estado de conservación. Otras tres reliquias han sido halladas en Alba de
Tormes y el resto en sus lugares de procedencia. Algo increíble desde hace años para el mundo.
Los sospechosos encarcelados han sido puestos en libertad.
Todos
pensaban que fue Dios quien las envió. Pero tanto yo como ustedes sabemos quién
fue.
Jerar Khachatryan
¡Felicidades! Has quedado finalista con 19 puntos
ResponderEliminar